Hoy el pablo, mi hijo más pequeño, tomo la drástica decisión de pasar a contar los años con números de dos cifras, mala decisión… ¿Cómo se le dice que ser grande no es lo mejor? que uno se va llenando de prejuicios, de dogmas, de reglas, de normas.
Cuando uno es niño el tiempo pasa con toda parsimonia y se regala para que te puedas aburrir, y un mes es como un año, y las vacaciones son largas y un día de juego con los amigos dura como siglos en la memoria.
Hoy estaba clasificando canciones de los viejos Jaivas, y la que me gusta es del año 72 del siglo pasado ¿Cómo diantres hago para explicarle a mi hijo que “Todos juntos” es del siglo pasado y que por ende su padre también? Pero peor que la noción del tiempo ¿Cómo me las ingenio para que le guste una música tan remota como “Los Momentos” de los Blops? (Además como le cuento que a mis quince, o sea cinco años más de los que tiene ahora, con el Marco Iván la escuchamos durante horas… podrá un hijo de la Internet y de la inmediatez entender que uno escuchaba la misma pinche canción por horas).
Hoy mi hijo pequeño cumplió diez años, estoy convencido que el mundo que le toca no es ni el reflejo del mundo que soñé para el y su hermano, y tal vez peor que yo no soy ni por asomo lo que deseaba ser. Espero poder transmitirle la llamita de la irreverencia y de la contradicción, de que todo lo que ves no es, o al menos no debería ser. Creo que voy a esperar un tiempo para contarles las barbaridades y estupideces de la humanidad, y lo voy a dejar ser niño por unos años más, sin decirle que a mi me tocó dejar mis raíces, mis amigos, mi casa, mi colegio, justo cuando tenía 10 años.