viernes, 10 de diciembre de 2004

Hoy las miro, como siempre, las miro

Mujeres; el bicho más raro, de veras si alguien hubieren querido inventarlo habría conocido la imposibilidad, ¿Cómo se puede crear tanta maquiavélica complejidad en un ser tan encantador? Te engañan con la sonrisa más tierna que les regaló el mismísimo creador de la bomba atómica. Son de temer, nunca desean lo mismo que uno, nunca nos encontramos en la misma frecuencia, si sólo quieres amistad te van a dar el sexo más depravado y exquisito, si quieres sexo conocerás los cafés de todos las ciudades del mundo, veras la belleza del reflejo de la luna brillando en sus lagrimas, tendrás que estar siempre y desaparecer con la misma velocidad con la que llegaste. Te enteraras, en los lugares más sórdidos, que tus mejores amigos han conocido placeres que se te han negado sistemáticamente. Te piden que le creas sus mentiras ya que eres el mejor de los amigos, obviamente no alcanzaras otro titulo que no sea ese.
Pero, si la pensamos bien, creo que cada minuto pasado a su lado, sea este un amasijo de pobres mentiras o radiantes verdades, o la mezcla caleidoscópica de ambos, cada minuto, vale la pena ser saboreado, vale la pena esperar por el sonido de su piel crujiendo tras la pasión, vale la pena ver la realidad de sus despertares escasamente glamorosos, vale la pena ver radiar en ella la real gana de acompañarte, de conocerte, de aprenderte, de esperarte, aunque sea por un minuto y este sea el ultimo.

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